La ciudad perdida de El Dorado

La búsqueda de ciudades asfaltadas con oro es parte habitual del mito romántico asociado con la conquista y explotación de Sudamérica .
El Dorado fue el nombre que los exploradores españoles dieron a un legendario rey amazónico que gobernó el increíblemente rico reino de Manoa en pleno corazón de la jungla.

Se rumoreaba que el propio rey se sumergía cada día desnudo en polvo de oro y que se limpiaba regularmente en un lago sagrado.
Tales leyendas de riquezas inmensas se extendieron más allá de la fronteras tras el descubrimiento de Brasil. A principios del siglo XX, el coronel Percy Fawcett, cuya única obsesión durante toda su vida fue probar la existencia de civilizaciones amazónicas perdidas, obtuvo documentos que indicaban que un aventurero del SXVI que naufragó, Diego Álvarez , encontró muchas minas de oro, plata y piedras preciosas.

Así pues sucedía que había exploradores como Francisco de Orellana, el primer Europeo que atravesó toda la cuenca de Amazonas , que tenía más interés en encontrar el oro de El Dorado que en la gloria nacional o la conversión de almas. el español Orellana, que había demostrado su valía con Francisco Pizarro en Perú ( donde los conquistadores se habían apropiado del oro Inca ),
Pasó a ser el segundo en el mando de la expedición de Gonzalo Pizarro de 1540, que iba en busca de nuevos territorios, oro y canela.

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Al final, Pizarro tuvo que volver vencido a su base de Ecuador para no morir de hambre y debido a la hostilidad de los indígenas.
Pero Orellana se separó de su patrón y con un grupo más pequeño de hombres fue bien recibido por algunas tribus del Amazonas, llegando a ver Amazonas blancas, altas y guerreras que, según un hombre capturado vivían solas en poblados y que una vez al año invitaban a los hombres a un ritual de apareamiento . Se dice que comieron a Orellana con utensilios de oro y plata, y que los pueblos estaban llenos de ídolos femeninos de oro.

Aún así Orellana nunca jamás descubrió las grandes cantidades de oro de las que había oído hablar.

El explorador portugués Francisco Raposo podía haber descubierto los restos del reino El Dorado, aparentemente destruido por un terremoto. En su informe de 1754 describe las reliquias de una gran ciudad con calles asfaltadas con piedra, plazas muy elaboradas y una arquitectura majestuosa, bonitas estatuas, jeroglíficos, frescos de colores vivos y un puñado de monedas

Esta ciudad tan fascinante nunca ha sido descubierta , a pesar de lo cual el excéntrico británico Fawcett, descrito por sus colegas como un soñador y un granuja, escribió en 1925: seguro que increíbles ruinas de ciudades antiguas que las de Egipto , existen en el interior de mato Grosso.

En teoría, Fawcett obtuvo una imagen en piedra negra de unos dos centímetros de la ciudad de la ciudad en ruinas de Raposo y su irresistible fascinación por la piedra lo llevo a aventurarse varias veces en el interior de Brasil, donde al final se perdió .

Los sueños de El Dorado siguen. A principios de la década de 1980, y de nuevo en 1996, se descubrió oro en las montañas de serré Pelada, en el Amazonas. Cada descubrimiento atrajo a miles de buscadores, lo que desencadenó una nueva fiebre para hacerse rico con el mismo metal amarillo que atrajo por vez primera al hombre blanco del Amazonas.
Y si nos vamos en busca de El Dorado??

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